miércoles, 13 de abril de 2022

Cuento. El petirrojo

En 2016 se publicó el libro "Tradición oral en Almudévar" en el que se pueden leer los testimonios que recogí en este pueblo gracias al II Concurso de Investigación José Luis Aliod. 

Petirrojo (Erithacus rubecula superbus) Wikimedia commons

Desde entonces, cuando llega Semana Santa me acuerdo de un cuento que me contó Jesús Félix Bolea. Se trata de un cuento etiológico, un tipo de cuento que explica cómo se creó el mundo. En este caso su abuela le contaba el cuento del petirrojo buscando una explicación al porqué de sus colores. Un cuentito precioso como muchos otros que se recogen en la tradición oral y que buscan explicar el mundo cercano que nos rodea.

Aquí podéis oír el audio y un poquito más abajo os dejo la transcripción literal. A pesar de su brevedad, para mí es una joyita. 


Espero que os guste y me contéis si conocéis algún otro cuento de este estilo.

 

 

[El cuento del petirrojo]
Cuando, a mí me gustan estos cuentos cuando Dios hace las cosas y esas cosas. Y claro, pues había gastao toda la materia que tenía, había hecho todo el mundo entero y quedaba una bolica pequeña de barro.
-A ver qué cojones hago yo con esto. Bah, algún pajarer.
Pero claro, ya no tiene color, no tiene nada. Solo es… Y claro, el pájaro marcha todo contento y feliz, pero al cabo del tiempo va  y ve, no sé, un herrerillo, azul y amarillo, este gacho. ¡Mu majo! No sé. Las cardelinas. ¡Coño! Y dice:
-Joder.
Y va a hablar.
-Oye, que me he dao cuenta que hay pajaros todos, pero todos son… hasta los gorriones tienen más dibujos.
-Pues sabes qué pasa, que se me acabó todo el material y entonces no… Pero vamos, te puedo prometer, porque soy el jefe, que si tú te portas bien habrá un momento determinado en que notarás un cambio.
Bueno. Siglos, no sé qué. El pajaro seguía haciendo las cosas bien pero no notaba nada. Y de repente un día, pues uno de los pajaricos esos vio que por un camino iba un hombre con una cruz a cuestas. Un follón de gente allí tremendo. Que lo habían colgado en una cruz y luego con una corona de espinas tremenda y el hombre… y al pajarillo le dio pena de aquello.
-¿Qué podría hacer yo por este hombre?
Y fue y le quitó una espinica de la corona. Y entonces salió una gota de sangre y le salpicó. Y entonces... 

Jesús Félix Bolea, Almudévar, 1952







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