Fortanete es un lugar sorprendente. Al llegar no sabía si estaba en el Pirineo o en Teruel, realmente sorprendente. Esas casas de aleros de madera, encaladas de blanco, la piedra dominándolo todo, preciosos balcones de rejería o madera, fachadas con parras y portales con sabor, todo rodeado de montañas y pinares. Un lugar realmente precioso.
Y como no, nos recibieron (porque aprovechamos el viaje y me llevé a la familia) cálida y atentamente.
El lugar, el patio de la escuela, antiguo edificio de 1700 que nos refugió con su fresca sombra.
Tranquilamente sacamos las sillas, trajeron agua para todo el mundo, y de repente las bicicletas empezaron a llegar aparcando a la puerta y dejando bajar a sus enérgicos dueños.
Una tarde maravillosa, entre cuentos, retos imposibles para la lengua, sonrisas y algún que otro susto.
Por cierto, ¿por qué será que en tantos lugares encuentro profesores o gente relacionada con la educación detrás de la organización desinteresada de estas actividades? ¿De verdad valoramos todo lo que hacen?
Fortanete, un lugar fantástico, un lugar para regresar.
Sandra