viernes, 15 de febrero de 2013

CEIP Miguel Servet en los Félix de Azara

Hace una semana que se celebró la gala de entrega de los Premios Félix de Azara.
Ayer, en el suplemento Escolar del Diario del Altoaragón, el colegio Miguel Servet de Fraga, ganador este año del premio escolar, publicó un reseña sobre la gala.

Me ha hecho mucha ilusión leerla.

Os la dejo a continuación.


Sandra


jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín



Os dejo un relato de San Valentín que escribí el año pasado después de cruzarme por la calle con su protagonista. 

Febrero se encarga de helar mis manos mientras ando deprisa hacía la oficina, encogida dentro de mi abrigo. El vaho que sale de mi respiración me envuelve en mi mundo que se despierta poco a poco, mientras alrededor rugen coches, pasos y voces. Dentro de mi escafandra de niebla expirada por mí, nada me llega.
Los escaparates, incendiados de rojo por todas partes e inundados de corazones que nadie ha puesto en funcionamiento nunca, recuerdan al que quiere, que hoy es catorce de febrero. Gritan los eslóganes grandes palabras en blanco o rojo pegados al cristal, llamando a todos aquellos que se hinchan de amor por lo menos este día.
El frío de mis pies me sube por las piernas en forma de escalofrío congelando mi corazón. No hay tiempo que perder mirando tanta basura corazonil. Me gustaría saber que opinaría Cupido si se viese así representado.
Sigo andando, febrero no deja que te pares con sus agujas de hielo que se clavan en los mofletes. A unos cinco metros sale de un patio una señora. Su pelo es cano, bien peinado, ahuecado, con gran porte. Me llama la atención su blancura. Su cara está sonrosada, ligeramente maquillada, lo justo para que parezca natural. Lo único que sobresale es el rojo de sus labios, bien estudiado y maquillado al milímetro. Parece una persona importante, respetada y elegante.
Pero llama la atención la bata con la que va vestida. Una bata azul claro, como de cielo, llena de pequeñas flores. Por debajo se adivina el bajo de su camisón, rosa pálido, acabado con una trabajada puntilla. Más abajo, sus tobillos delgados y blancos acompañan rítmicamente el movimiento de las zapatillas de estar por casa. Mis dedos helados dentro de las botas me hacen fijarme en sus pies desnudos sobresaliendo de las zapatillas destalonadas.
Adelanto el paso, me pongo a su altura e intento imaginar que hace aquí, así, esta mujer. Y me llega a los oídos su pequeña voz, blanca, como de cristal, cantando una canción de Chavela Vargas.
Ya no sé si maldecirte o por ti rezar
Tengo miedo de buscarte y de encontrarte
Donde me aseguran mis amigos que te vas…
Pero mi cariño con la aurora te vuelve a esperar

El corazón se me deshiela, el vaho que me envolvía de niebla desaparece y pienso que si Cupido existe en este mundo, desde luego no es un niño gordito y desnudo, si no más bien esta mujer llena de elegancia, dignidad y experiencia que el amor mantiene viva aunque no sepa probablemente ni como se llama, ni a quién busca, ni cómo regresar a casa.
Paso sin decirle nada, apurando el oído para escuchar bien su bella canción, cuando a diez metros para un repartidor de flores. Baja de la furgoneta con un gran ramo de flores, blancas. Me mira, sonríe, y por una milésima de segundo he pensado que el ramo era para mí… sigue su camino y llama en un portal. Mientras, detrás oigo como se terminan las últimas silabas de mi bolero favorito… Paloma negra.
Sí, eso sí que es San Valentín.
Cojo el móvil y marco automáticamente. Al otro lado se oye:
-¿Qué pasa?
- Nada, esta mañana se me olvidó decirte… te quiero.



Que todos los días os despertéis enamorados.
Sandra

La Señora de Susín

Hace una semana que nos dejó Angelines Villacampa, o más bien, como muchos la conocíamos, Angelines de Susín.
Es la segunda gran pérdida que siento en pocos meses. Primero fue Tista, de Panticosa. Ahora, Angelines. Con ninguno de los dos existía ningún lazo sanguineo, pero en ocasiones no hacen falta para llegar a tener la sensación de que alguien ha entrado dentro de ti y te ha dejado una huella muy profunda en el corazón.
Angelines, de porte tranquilo y voz suave, escondía dentro una luchadora y defensora de nuestras montañas y sobretodo, de su pequeño pueblo no deshabitado, aunque muchos se empeñaran en denominarlo así.


Todo el mundo que llegó a conocerla, o incluso llegó a oír hablar de Susín, tienen la sensación de que estaban rodeados ambos de un halo de magia. Los que tuvimos la suerte de poder estar allí, así lo sentimos. 
El verano pasado estuvimos dos días con mi familia en Susín, con Angelines. Comimos fresas silvestres, limpiamos el camino de plástico y botellas de agua que habían dejado tras una carrera de BTT, comimos bajo la noguera, hicimos coronas de margaritas, recogimos planta de San Juan, mis hijos hicieron casas para las ardillas... cuando nos fuimos, lloraban porque no se querían ir. 
En Susín no hay carretera, ni luz, ni agua corriente, ni baño, pero no le hacía falta. Angelines era suficiente para que la vida estuviera allí presente, sin todas esas cosas que ahora a nosotros nos parecen irrenunciables. 
Cenar alrededor de ese magnifico hogar, donde la comida y la compañía saben mejor que nunca, fue una experiencia inolvidable. Casi no nos veíamos las caras, la magia del fuego y las palabras nos alumbraban. Los cuentos allí tienen el sabor de otros tiempos.
Durante dos días fuimos felices, con la sensación del corazón lleno y el alma plena. 


Cuando el cartel de un lugar está hecho así te advierte 
que entras en un espacio con otro ritmo.


Quiero pensar que ahora, aunque Angelines ya no esté, el fuego de su hogar no se quedara muerto. Me gustaría volver a Susín y ver la puerta de casa Mallau abierta, que los escalones sigan con su música, incluido ese escalón que había que evitar pisar, y acompañen a quien suba a esa preciosa cocina. Me gustaría saber que se sigue encendiendo el fuego del hogar bajo esa impresionante chimenea troncocónica, y que esa cadiera sigue acogiendo, como lo hacía mientras estuvo Angelines, a los amigos. 
Los morillos ya no están, alquien se los llevó. Espero que Susín siga vigilado y mantenga la magia que tenía  mientas todavía estaba habitado, para que nadie pueda hacerlo desaparecer. 
Muchos son los que han pasado por allí y han querido quedarse. Para Angelines no valía cualquier cosa. No era un pueblo abandonado, ella era su habitante. Pero ¿ahora qué? 
Una puerta más se cierra, ¿un pueblo más se pierde?



Angelines guardaba su casa, arreglaba los muros de los caminos, intentaba mantenerlos limpios con la ayudas de manos amigas y desinteresadas que siempre estaban dispuestas a ayudarla. Le preocupaba el tejado, habría que pintar, el escalón está un poco roto, la puerta no cierra bien... pero todo seguía en su sitio y en su cabeza se iban ordenando las tareas por prioridades. Pero además de todo eso, Angelines velaba por la memoria de su entorno, por la historia de su pasado y por la oralidad escondida en estas montañas. 


Desde hacía cuatro años, sin no poco esfuerzo, Angelines organizaba en la era de Susín, al aire libre, un festival de cuentos del Pirineo. Había un concurso de relatos y el año pasado tuve la suerte de poder estar contando en ese lugar tan especial, con un público entregado que en su mayoría había subido andando, con un viento que calló para dejarme contar, con un sol que nos acompañó e iluminó las sonrisas de los que allí quisimos compartir un momento especial.
Meses de preparativos, nervios, mil y un ir y venir, la exposición, los regalos,... todo por hacer y siempre gente dispuesta a ayudar. 




Me gustaría que todos los que acompañaron a Angelines siguieran acompañando a Susín. 
Me gustaría que los cuentos volvieran a su era.
Me gustaría que Susín no caiga en el olvido y el silencio. 
Me gustaría... tener mil deseos y proyectos como Angelines tenía para su pueblo. 
Me gustaría que entre todos los que ahora sentimos su pérdida hicieramos un esfuerzo para conseguir reunirnos todos en Susín y que la oralidad de las montañas siga estando presente, como Angelines quería. 
Seguro que ella estará por allí cerca, con una sonrisa en los labios, viendo que no la olvidamos, ni a ella, ni a Susín. 
Y, egoistamente, me gustaría volver a subir a Susín y contar otra vez cuentos en la cadiera. 


Me gusta esta foto de Angelines, con su naturalidad y espontaneidad, con su belleza natural y su fuerza, con la elegancia que ha hecho que muchos la nombremos la Señora de Susín. Quiero recordarle llena de fuerza, llena de bondad y llena de esa luz con la que irradiaba a todos lo que hasta allí se acercaban.

Descanse en paz la Señora de Susín.




Os dejo debajo unas cuantas fotos del festival de este verano.









Con cariño y, también, mucha tristeza
Sandra

lunes, 11 de febrero de 2013

Gala Félix de Azara

El viernes pasado fue la gala de entrega de los premios Félix de Azara que concede la Diputación Provincial de Huesca desde su área de Medioambiente a aquellas personas, instutuciones o colectivos que ayudan y conciencian en la conservación de la naturaleza.
Este año los premiados fueron La asociación de ganaderos de la Ribagorza o el colegio Miguel Servet de Fraga, entre otros.
Si queréis saber más sobre estos premios podéis pinchar aquí.

Este año tuve la suerte de poder participar en la gala de entrega de los premios. En este caso Amina me acompañó con unos conjuros nuevos y La mano verde consiguió que todo el público participara como si fueran niños.

Os dejo una foto de la gala en la que comparto escenario con los niños del colegio Pedro I de Barbastro.



Muchas gracias a Xabi, de Doblestudio, que estuvo haciendo todo el reportaje de la gala.
En cuanto tenga más fotos os las pongo.
Sandra