martes, 4 de febrero de 2020

Fraga te cuenta

FragaTcuenta es un festival en el que ya he participado en dos ocasiones. Es una suerte tener un festival así cerquita de casa, con un mes de duración y al que llegan los mejores narradores del panorama actual. 
Este año se celebraba la 8ª Edición y me pidieron que en esta ocasión no contara, sino que dirigiera un taller en el que los narradores amateurs recibieran formación para hacer una sesión llamada "Contes al Castell".


El año pasado el festival se abrió a narradores amateurs: madres y algún padre de los colegios de la localidad que habitualmente contaban en sus centros. Los invitaron para que pudieran contarlos al público general. 
Este año se repetía la misma propuesta, pero yo debía darles algunas pautas para crecer en el arte de la narración, además de hacer una selección de los cuentos que contaran para poder realizar una sesión conjunta. 
Aquí puedes ver un poco más de la propuesta.

La cuestión no era fácil pues había que seleccionar cuentos que más o menos tuvieran una misma duración, puesto que cada grupo narraba su cuento... ¡seis veces! ¿Y por qué? Pues porque el espacio elegido es el castillo y cada grupo se sitúa en una de las antiguas capillas de la iglesia. 



La verdad es que me sorprendió mucho este sistema. Lo habitual es hacer una sesión en la que el público está sentado y ve pasar a los narradores, que solo cuentan su cuento una vez. Pero aquí no. 
Se organizan grupos en torno a 25 o 30 personas, de todas las edades, cada grupo les espera en una antigua capilla del Castell de Fraga y allí, en un ambiente íntimo, les cuentan el cuento.
Como narradora me sorprendió este sistema y me preocupaba un poco cómo reaccionarían los cuentistas al tener que repetir en hora y media tantas veces los mismos cuentos.


Además, tenía que intentar que los cuentos fueran de Tradición oral, medirlos bien para que no se nos fueran de tiempo, que todos los grupos estuvieran compaginados y que fueran atractivos, al mismo tiempo que no muy complicados para narradores que todavía no tienen mucha experiencia. Al final hubo un poco de todo, cuentos de tradición oral, a pelo, sin soporte, y cuentos contados con álbum pero que tenían estructuras o forma de cuento tradicional. 

Para que cada grupo pudiera conectar primero con el público y no fuera tan difícil empezar a contar directamente, elegimos además, un cuento cortito de inicio. Al final cada grupo tenía entre 6 y 10 minutos por sesión. 


Creo que para un narrador novel es un gran esfuerzo preparar un cuento nuevo, pero la oportunidad de poder contarlo tantas veces seguidas es una gran suerte, pues puede observar como el cuento se va asentando, como las palabras encuentran su ritmo, como los gestos van naciendo y tomando cuerpo y como el cuento se va vistiendo según el público. Esto es un trabajo que luego puede ayudarle a seguir preparando cuentos nuevos.



Se abrieron las inscripciones al taller y al final se decidió hacer dos grupos ante la buena acogida que tuvo. En el primer grupo entraron los narradores que ya habían contado el año anterior y que iban a ser también los que volverían a contar este año. Y con el segundo grupo, formado por madres y maestras, comenzamos un acercamiento a los cuentos y a su narración. 

La verdad es que he disfrutado intentando transmitirles mis enseñanzas: voz, colocación, memoria, ambiente, tradición oral, cuentos, álbumes... y he de decir que ha sido muy fácil, había mucho entusiasmo y amor a los cuentos ya de partida. Tanto los que querían contar en el castillo, como las que querían aprender a contar para el cole, venían muy receptivos y con muchas ganas de aprender. 

Esto decían desde la Red de Bibliotecas de Fraga.

 

El gran día llegó y el pasado sábado 1 de febrero, después del ensayo general, se hizo el silencio en la enorme sala del castillo y el público empezó a entrar. 

Y sin que yo tuviera que hacer nada, como un engranaje de reloj, todo fue saliendo. Las voces se respetaban las unas a las otras (había que tener en cuenta que la acústica del sitio es bastante especial, las capillas son abiertas y se oían los otros grupos), las cortinas negras daban intimidad a cada grupo, los cuentos pequeños hacían su papel de aperitivo para después entrar con cuchillo y tenedor al cuento. 
He de decir que todos los grupos me sorprendieron mucho y muy gratamente. 


Este proyecto fue ideado por Ana Barrafón y Pep Bruno buscando dos objetivos: el primero, y fundamental, abrir el espacio de El Castell a los narradores, utilizarlo más en el festival. Y el segundo, incluir a las familias que ya estaban contando en los colegios dándoles una formación y organizar una sesión en la que los tiempos fueran equitativos y funcionaran los ritmos. 



Solo hay otro lugar que yo conozca donde se hace algo similar, cuentos en rueda para el público con distintos escenarios dentro de un mismo lugar. Es en el Maratón de cuentos de Gran Canarias, en el espacio que ellos denominan "La placita de los cuentos". Y el sistema es similar, el público puede ver varias sesiones que se van sucediendo mientras los narradores repiten los mismos cuentos. Y estoy convencida de que es un buen sistema que podría ser exportable a muchos otros festivales. Esto ayudaría a promocionar la narración, a que el público general perdiera el miedo a contar, a sacar los cuentos de los escenarios y a devolverlos a las casas y la calle. No digo que haya que suprimir a los narradores profesionales, ni que todos los amateurs tengan que dedicarse a ello como una profesión, sino simplemente que hay otras vías para que el arte de contar vuelva a ser popular. Y si les damos herramientas para contar Tradición oral, yo como siempre barriendo para casa, mejor que mejor. 



Ha sido una verdadera maravilla trabajar con Santi, Ona, Eva y Ruth, Carolina y Conchi, Idoia y Rosa, Charo y Martino, Ana y Marta, además de Carlos, Reyes, Adrián y Pablo, mis chicos de Cajón desastre. 
En principio iba a enseñarles a contar cuentos, pero siempre vuelvo con la sensación de haber aprendido yo mucho más que ellos. 




Estoy muy orgullosa del trabajo que han hecho y de que les haya picado el gusanillo de la Tradición oral, me pedían más cuentos como "El lobo hambriento" o "El príncipe rana". También muy ilusionada al ver a los pequeños Martino, Eva, Ruth y Ona ponerse delante del público sin dudas ni titubeos. Y contenta de ver como Cajón desastre sigue trabajando con los cuentos como medio de inclusión, afrontando cada vez más retos (como sacar voluntarios del público) sin nunca decirme que no. Ellos pueden con todo, son fantásticos.


Solo me queda agradecer a FragaTcuenta que hubiera confiado en mí para esta sesión tan especial y la formación de sus narradores. Y también felicitarles por programar narración de amateurs, para que la gente en Fraga se dé cuenta de que la narración no solo es de los profesionales, los cuentos son de todos. 

1 comentario:

  1. Saludos, lo venimos haciendo en Puerto Rico, solo q intégranos elvuso del kamishibai. 10 narradores cuentan a la vez en diferentes espacios de un mismo lugar. El público se va moviendo. Todo fluye armoniosamente.

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