Tengo unos amigos que solo dejaban comer chucherías a su hija una vez a la semana, pero además tenía que ser el jueves. Yo sorprendida no entendía por qué tenía que ser los jueves. Pensaba que eran mejor los viernes, que ya es casi fiesta, o los fines de semana, que ya llega la relajación total.
Entonces un día me explicaron que era mejor los jueves porque ni el viernes ni el fin de semana hacen falta chucherías, ya estás contento simplemente por el día que es. En cambio el jueves es el día más duro, porque has pasado ya casi toda la semana, ya has vivido lo peor, acaricias el fin de semana pero todavía no está aquí. Por eso el jueves necesita una ayuda extra.
Entonces un día me explicaron que era mejor los jueves porque ni el viernes ni el fin de semana hacen falta chucherías, ya estás contento simplemente por el día que es. En cambio el jueves es el día más duro, porque has pasado ya casi toda la semana, ya has vivido lo peor, acaricias el fin de semana pero todavía no está aquí. Por eso el jueves necesita una ayuda extra.
Eso es lo que pienso con esto del coronavirus, estamos en jueves. Hemos pasado lo más duro, vemos cerca el "fin de semana" o más bien, que se va a cercando el final del confinamiento pero todavía no hemos llegado.
¿Y qué chuchería os puedo dar yo para animarnos? Pues lo única que está en mis manos (o más bien en mi voz), contaros cuentos o facilitároslos. Así que estos días os iré dejando cuentos como chucherías, para que os alimentéis, con la esperanza de que os den ánimos para llegar al final.
¿Y qué chuchería os puedo dar yo para animarnos? Pues lo única que está en mis manos (o más bien en mi voz), contaros cuentos o facilitároslos. Así que estos días os iré dejando cuentos como chucherías, para que os alimentéis, con la esperanza de que os den ánimos para llegar al final.
El primero que os dejo es "La llegada de la electricidad" y es un cuento que grabé hace dos años para el programa La cadiera de Aragón radio con la que estuve colaborando durante todo el verano de 2018.
En esta historia de vida se cuenta como los empleados de Eléctricas explican a una abuela que vive en una pardina que le van a llevar la electricidad. La incomprensión y la lógica de la abuela conducen a una situación sorprendente. Es una anécdota recogida en la Sierra de Guara que adapté en esta versión para la radio.
Fotografía homenaje a Saturnino que se fue hace unos días |
En esta historia de vida se cuenta como los empleados de Eléctricas explican a una abuela que vive en una pardina que le van a llevar la electricidad. La incomprensión y la lógica de la abuela conducen a una situación sorprendente. Es una anécdota recogida en la Sierra de Guara que adapté en esta versión para la radio.
Espero que os regale una sonrisa y os sepa a la chuchería que más os gusta. A mí me sabe a mora negra, esas de gelatina cubierta de bolitos negros. Me encantan.
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