Leticia, una de las bibliotecarias de la Biblioteca Ramón J. Sender, rescató este invierno un cuento que estaba en el depósito. Ese depósito que estaba en circulación cuando yo era pequeña.
Cuando llegué a la biblioteca me encontré con mi infancia de golpe. Era Petrosinella y al abrirlo recordé de golpe por qué me gustaba tanto Rapuncel.
Este cuento es una versión napolitana de Giambattista Basile con unas ilustraciones clásicas, preciosas. Si pensamos en Rapuncel puede que la historia nos atraiga, pero las versiones que conocemos son la mitad de la que yo recordaba de mi infancia, siempre que lo oía me faltaba algo, siempre que leía alguna versión se me quedaba corta y no sabía por qué.
Pero al volver a abrir las páginas de Petrosinella entendí porqué había tenido siempre esa sensación. En él las tres repeticiones se suceden con la madre, con el príncipe, huyen juntos con Petrosinella utilizando el ingenio, les persiguen tres animales, tres veces ella tira objetos para salvarse... Muchísima más trama y acción que la pobre que solo tira la trenza por la ventana. Que pena que se simplifiquen los cuentos tradicionales y se reduzcan las tramas.
Gracias Leticia por rescatar esta joya. Hoy es el mejor día para recordarla.
Y tú que me lees, abre un cuento, busca ese libro de tu infancia que te hacía feliz.
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