Quería que vieran que cuando clasifiquen monumentos o arte mueble o cualquier tipo de patrimonio no piensen solo en las piedras, ni en los edificios, ni en los objetos. El patrimonio es mucho más y precisamente yo iba para hacerles ver ese otro patrimonio que se escribe con letra pequeña.
En la Universidad de Zaragoza me encontré en la última tarde de otoño este árbol ya sin hojas. Iba a hablar de Patrimonio Cultural Inmaterial, ese que no se ve, ese que no se toca. Fue como una premonición y vi el simil rápidamente. El patrimonio inmaterial y la tradición oral es como la primavera que se esconde en este árbol deshojado, desnudo, aunque no nos lo parezca.
Pero he de reconocer que dónde me siento cómoda es en esta otra parte, dónde no hay mesa de por medio, dónde la palabra va directa del cuento a las orejas y en ocasiones al corazón. En la parte de la transmisión.
En la que no hay profesores observándote ni gente atada a una silla porque tiene una asignatura que sacar. Espero haber sembrado una semilla en ellos y que cuando trabajen con patrimonio se acuerden del que no se puede tocar. De esos cuentos, retahílas, refranes y tradiciones que visten y dan vida al patrimonio que definen con mayúsculas pero que no puede ser entendido sin el Patrimonio inmaterial, el que nos hace palpitar y nos representa.
Para la conferencia busqué fotos de salterio o chicotén y encontré esta foto. No sé de quién es la foto, pero indica que el salterio es de Luis Salesa, que toca en la romería de Santa Orosia de Yebra de Basa.
La frase me ha encantado: "La perdición del hombre es el olvido". Qué mejor frase para los estudiantes del Patrimonio cultural.
Qué mejor frase para todos, para que no dejemos secar nuestras raíces por culpa del olvido.
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