miércoles, 20 de noviembre de 2019

Cuentos en Allué

He estado preparando durante varias semanas una nueva sesión. Desde la Biblioteca de Sabiñánigo me habían pedido que hiciera una relacionada con el tema de la despoblación y pueblos abandonados. Debo confesar que no ha sido fácil. Es un tema bastante complejo y el ambiente que se creaba con los cuentos que iba leyendo era bastante triste, pues en muchos aparecía la pérdida, el sentimiento de abandono, el dolor continuo unido a el silencio, etc. Aún así durante semanas estuve leyendo, investigando y preparando los cuentos. 






La semana estuvo triste, no paraba de llover, llegaron las primeras nieves que se veían y se sentían desde Sabiñánigo. Hasta el domingo no supimos si se podría hacer en Allué o no. El sábado apareció el sol y todo se lleno de luz como si fuera un augurio del buen día que íbamos a pasar. Aún así yo subía Monrepós con el estómago lleno de nervios.



Pero cuando llegas a un pueblo como Allué y pones un pie en el suelo, por mucho que hayas preparado, sabes que ese trabajo ya da igual. Serán las casas y la gente los que hagan brotar los cuentos. Y así salió la sesión, nada que ver con lo que había preparado. Una sesión dialogada, dónde yo no fui la protagonista, solo era el hilo conductor para que ellos fueran los que nos contaran Allué. ¿Para qué contar cuentos de fuera, para qué quitarles tiempo y espacio a ellos? Nos sentamos en corro y comenzamos a hablar.


Fue una mañana preciosa con Pepe de casa Bara y Miguel de casa Valero como protagonistas. Hacía mucho que los dos se habían ido de Allué, aunque nunca del todo. No estaban lejos y los dos se acercan habitualmente por allí. Pero además estaban contentos de volver a ver las casas del pueblo que les había visto crecer levantadas de nuevo y con gente en sus calles. Y aunque el silencio se instaló durante años allí, ahora ven felices que de nuevo Allué respira vida y las chimeneas vuelven a humear.





Ha sido maravilloso compartir un rato con ellos, escuchar lo que nos contaban de su pueblo, poder seguir y llevarme sus palabras. Y sí, al final hubo algunos cuentos, pero no de despoblados, sino de tradición oral porque allí es donde los cuentos quieren siempre regresar y donde se sienten como en casa.


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