lunes, 29 de octubre de 2012

Bautista Pueyo Val

Ayer estuve en Panticosa para hacer la última sesión de cuentos en conmemoración del Día Internacional de las Bibliotecas que se celebró esta semana pasada.
Panticosa es para mí un lugar especial. Hace ya casi tres años estuve haciendo un trabajo de recopilación de tradición oral en este pueblo. Durante muchos meses estuve subiendo y hablando con las gentes del lugar, recogiendo tradiciones, leyendas, formas de vida, cuentos, canciones,... Era el pirmer trabajo de esta embergadura que emprendía yo sola como investigadora, hasta entonces siempre había trabajado en equipo. La primera fase del trabajo fue tan espectacular que la comarca del Altogallego decidió hacer una segunda fase de recopilación dada la cantidad y calidad de textos que encontré en Panticosa. Recogimos más de mil textos, cosa bastante sorprendente hablando de un solo pueblo.
De entre toda la gente de este pueblo destacaría a la familia Pueyo Val. Desde el primer día me abrieron las puertas de su casa, pasé muchas horas escuchando y conviviendo con ellos. Me ayudaron en todo lo que pudieron presentándome otras personas para poder realizar el trabajo. Pero fue mucho más que eso, me cuidaron y fueron atentos conmigo cada día que subí.
Los hermanos, Boni, Mª Jesús y Tista han sido de los mejores informadores que me he encontrado en mi vida de investigadora, los tres. Pero ocurrió que con ellos pasamos una fina linea y dejaron de ser informadores para ser mucho más. Ahora cada vez que subimos a Panticosa, o por allí cerca, entramos a verlos, porque son casi para mis hijos como otros abuelos.
De los tres hermanos Bautista, Tista para nosotros, tenía un temperamento conquistador y abierto que te enamoraba. Mª Jesús, siempre más prudente, prefería quedarse a la sombra de Tista dejando que él fuera el protagonista. Los dos tienen una memoria impresionante y recuerdan muy bien el panticuto, la forma tradicional de hablar de Panticosa. Tista especialmente había retenido en su cabeza muchas tradiciones. Me enseñó muchos cuentos y anécdotas, y se ganó mi corazón. Le tenía mucho cariño.


Ayer cuando llegué a Panticosa, antes de ir a la biblioteca fuimos con mi familia a ver a Tista y Mª Jesús, pero Tista ya no estaba. Se había muerto hacía unos días. Se me partió el corazón.
Como digo Tista me enseñó varios cuentos, pero sobretodo, el del Rabadancito, un cuento que les contaba y les cantaba su madre cuando eran pequeños. Desde la primera vez que oí este cuento me encantó y lo incluí en mi repertorio junto a otros de Tista. Pero este era especial. Mis hijos se lo aprendieron también y Bruno con tres años pasó a ser el protagonista en todas las fiestas y reuniones familiares con este cuento. A Tista le encantó el día que llegamos a Panticosa y Bruno se lo contó.
Aquí podéis oír la grabación de la primera vez que Tista me contó este cuento.


 
 

 Hoy estoy triste, para mí se ha muerto un amigo, un abuelo, pero sobretodo un maestro. Siempre explico que a mí me han enseñado a contar los abuelos que he ido conociendo por los pueblos, sus formas de hablar, su lenguaje particular tan característico de esta tierra, sus movimientos. Los que me habéis visto contar cuentos tradicionales sabéis a lo que me refiero. Pues Tista para mí fue y será uno de los grandes maestros.
Su vida no fue fácil, fue de los primero esquiadores que hubo en Huesca que compitieran, llegando a ser campeón de España, pero eso no daba entonces de comer. Vivió en Inglaterra y en Francia regresando después a Panticosa, a la llamada de estas magnéticas montañas.
Ayer llegaron las primeras nieves, pero Tista este año ya no las verá. 


Después de conocer la noticia de que se había muerto Tista, se me fueron todas las ganas de contar cuentos. Para mí no era el día. Me costaba pensar que después tenía que contar. Pero conté, y sorprendentemente me salió una sesión como nunca. Funcionaron bien todos los cuentos, los niños y los mayores estuvieron entregados desde el primer momento, las historias salieron redondas. En las sesiones de cuentos influyen muchas cosas para que todo salga bien, como digo, la gente, tu estado, la connexión, los cuentos elegidos..., y normalemnte suelen salir bien, pero en ocasiones sabes que han salido mejor de lo normal. Ayer fue una de esas, ayer la sesión salió soberbia. Todavía no sé como lo hice, cuando entré no tenía ánimos para contar, de verdad, pero fue empezar a hablar y las palabras fluían de manera maravillosa. Quiero pensar que Tista estaba por allí cerca y que fue él quién me ayudó con esa energía arrolladora que tenía y que ayer a mí tanto me faltaba.
Tista ya no está pero yo seguiré contando su cuento del Rabadancito, ese y otros muchos más.
Un beso Tista, allí donde estés.
Descansa en paz en ese cielo que habrás encontrado lleno de montañas y caballos. 
Sandra

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